El Premio Príncipe de Asturias de los Deportes 2006 ha sido premiado por la selección española de baloncesto. El clamoroso fallo se ha conocido esta misma mañana, y los peores augurios se han cumplido: bajada de pantalones del jurado y premio que premia lo políticamente correcto. Los premios Príncipe de Asturias logran una atención que nadie iba a darles a cambio de esquilmar una credibilidad que en el fondo nunca han tenido.
La historia no es nueva; el año pasado era Fernando Alonso el que premiaba con su tirón mediático a unos premios ayunos de prestigio. Este año se ha premiado un campeonato del mundo (como el año pasado) obviando los 13 de Ángel Nieto, los innumerables records de Isinbayeva o el genio exquisito de Zidane (aunque Materazzi no opine lo mismo). La única explicación posible es la necesidad de reconocimiento de unos premios en los que nadie cree fuera de España y en los que incluso los españoles dejaremos de creer a fuerza de tanta sinrazón.
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