David Beckham se ha despedido del Real Madrid como llegó: vestido de azul, levantando una expectación inusitada y, sobre todo, como un caballero. No podía ser de otra forma. Sus cuatro años en el Real Madrid han resultado muy beneficiosos para el club blanco, y no solo en lo económico: cuando fue infantilmente apartado de sus compañeros el equipo se resintió, y su vuelta al grupo se tradujo en 3 meses de buen juego y mejores resultados que podrían darle al inglés el regalo de despedida que anhela: la Liga.
Entre los elogios que ha repartido Beckham, la prensa se hace eco de uno en especial: Raúl González, el Gran Capitán, un jugador maltratado por un sector de la prensa y de la afición, es, según el inglés, un "bastión del madridismo". Parece mentira que sea un jugador que abandona el club el que tenga que decirlo y no el presidente.
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